La base de la alimentación: los macronutrientes

 La base de la alimentación:

los macronutrientes




Para vivir plenamente, es necesario tener una alimentación sana y balanceada. Por este motivo, la adquisición de buenos hábitos alimenticios se promueve por todas partes. Algunas personas que buscan adentrarse en el mundo de la nutrición, pueden encontrarse abrumadas con la enorme cantidad de información que existe al respecto y no saben por dónde empezar. Es por eso que aquí te vamos a hablar sobre los macronutrientes, un término que se utiliza con frecuencia y que seguro has escuchado antes.





Los macronutrientes son aquellos que le proporcionan mayor energía a tu cuerpo y promueven el crecimiento y el buen funcionamiento de nuestros metabolismos. Están compuestos por las proteínas, las grasas y los carbohidratos.  Las proteínas son las moléculas que nuestro organismo utiliza para el desarrollo y la reparación de los tejidos desgastados o dañados, y la descomposición de los alimentos. Están constituidas por cadenas que unen diferentes aminoácidos. Del gran número de aminoácidos que existen, hay nueve que son de suma importancia para los animales y se les denomina “aminoácidos esenciales”.  Debido a que nuestro cuerpo no es capaz de producirlos, necesitamos consumir proteínas de alto valor biológico, es decir, aquellas que contienen todos los aminoácidos esenciales. Algunos de los alimentos que contienen esta clase de proteínas son las claras de huevo, el pescado, la carne, las lentejas, los garbanzos, entre otros.






Ahora te explicaremos sobre las grasas, uno de los nutrientes con peor fama.  Contrario a lo que la mayoría de la gente piensa, las grasas no son malas. Es más, son importantísimas para una dieta balanceada y nos proporcionan energía. También son fundamentales para mantener estable nuestra temperatura corporal y para absorber vitaminas liposolubles como la A, la D, la E y la K. Nos proveen de los ácidos grasos esenciales que nuestro cuerpo no puede producir y que nos sirven para controlar la inflamación, coagular la sangre y desarrollar nuestro cerebro. Las grasas se dividen en 2 grupos: las saturadas y las no saturadas. El consumo de las grasas saturadas provocan el aumento de colesterol, por lo cual es importante limitar o evitar los alimentos que las contengan. Entre estos se encuentran la mantequilla, el aceite de palma, el aceite de coco, los quesos y las carnes grasosas.






Por último están los carbohidratos, nuestra principal fuente de energía. Se dividen en tres grupos: los monosacáridos, los disacáridos y los polisacáridos. Los monosacáridos y los disacáridos son los más simples y pueden ser absorbidos por el intestino con mayor facilidad. Se encuentran en las frutas, la miel de abeja, el azúcar de caña, la remolacha, la leche y en alimentos procesados y refinados. Debido a que se descomponen fácilmente, hacen que el nivel de azúcar en la sangre se eleve rápidamente. Los polisacáridos son los carbohidratos complejos y los ingerimos en forma de almidón y fibra. Como ya habíamos hablado en otro post, los carbohidratos complejos otorgan más beneficios y energía que los simples. Además, gracias a su lenta absorción, previenen el repentino ascenso de los niveles de azúcar en la sangre y, por el contrario, hacen que se eleve de manera gradual. Se encuentran en los granos enteros, las verduras, las hortalizas, los lácteos bajos en grasa y sin azúcar añadida, entre otros.


Es primordial que busquemos macronutrientes de alta calidad para que así podamos obtener todos sus beneficios y nuestro cuerpo se mantenga sano y fuerte. Recuerda que deben ser consumidos en las proporciones adecuadas y que su exceso puede traernos problemas de salud. Ahora que conoces la función y la importancia de cada uno de los macronutrientes, procura incluirlos en tu dieta.







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